Cierre de la serie de los Salmos
Después de 2 años recorriendo este libro extraordinario, llegamos al gran final: Salmos 146 al 150.
Estos últimos cinco salmos son un estallido de alabanza: cada uno comienza y termina con ¡Aleluya!, y nos recuerdan que todo lo que respira debe alabar al Señor. Es como si toda la creación —ángeles, montañas, animales, reyes y niños— se uniera en un solo coro glorioso.
¿Recuerdas cómo comenzamos en el Salmo 1?
Ahí se nos hablaba del hombre que medita en la Palabra de Dios día y noche, como un árbol firme junto a corrientes de agua. Ese hombre, arraigado en la Palabra, crece en intimidad con Dios… y al final de este camino, no hay otra respuesta que adoración total.
📖 Del deleite en la Palabra (Salmo 1) a la alabanza sin límites (Salmo 150).
Así es el viaje del justo: de meditar… a cantar. De la raíz profunda… al fruto de la alabanza.
Gracias por acompañarnos en este recorrido.
¡Que tu vida entera sea un Aleluya al Dios eterno!