Mi socorro viene de Dios
Los Salmos 120 y 121 forman parte de los “Cánticos de Ascenso”, oraciones que el pueblo de Israel cantaba mientras peregrinaban a Jerusalén. Son un retrato del corazón que clama en medio de la angustia y del alma que decide confiar plenamente en la protección del Señor.
En el Salmo 120, el salmista clama en medio del dolor y la mentira. Está rodeado de un ambiente hostil, pero su esperanza sigue estando en Dios. Nos enseña que podemos acudir al Señor en nuestras luchas diarias, sabiendo que Él escucha y responde.
El Salmo 121 es un hermoso recordatorio de que nuestro socorro no viene de los montes ni de lo visible, sino del Creador del cielo y la tierra. Nos asegura que Dios no duerme, que nos guarda en todo momento y que Su cuidado es constante.
✨ Vivimos en un mundo incierto, pero podemos tener paz sabiendo que estamos en manos del Dios eterno. Él cuida nuestra alma, nuestro camino y cada paso que damos.