La profundidad del amor de Dios

Pablo se arrodilla y ora, mostrándonos que la oración es el reflejo de una vida rendida a Dios. Nos recuerda que antes de pedir, necesitamos entender quién es Dios y lo que ya ha hecho por nosotros.

Dios es nuestro Padre, y la paternidad nace de Él. Por eso, como hijos, podemos confiar en que Él sabe lo que necesitamos. Donde Dios ve un vacío, Él llena, porque es un Padre generoso que da de su plenitud.

Pablo ora para que seamos fortalecidos por el Espíritu Santo en lo más profundo de nuestro ser, y para que Cristo habite en nuestros corazones. Que el amor de Jesús sea el cimiento firme de nuestra vida, porque solo ese amor nos sostiene cuando todo lo demás se mueve.

El amor de Cristo es tan grande que no se puede medir: más ancho, largo, alto y profundo de lo que podemos imaginar. Ese amor llena los vacíos, sana el corazón y nos capacita para conocer juntos, como iglesia, la plenitud de Dios.

Y cuando su amor llena tu vida, Dios puede hacer mucho más de lo que pides o imaginas, porque su poder actúa dentro de ti.

Somos la expresión del amor de Dios para un mundo que no lo ve. Por eso, Pablo nos anima en 4:1 a andar como es digno del llamado que hemos recibido: viviendo en amor, humildad y unidad, reflejando a Cristo en todo. 💜

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