Salvos por gracia, no por obras
En Efesios 2, Pablo nos recuerda que antes estábamos muertos en nuestros pecados y lejos de Dios. Pero en Cristo hemos recibido una nueva identidad: ya no somos lo que éramos antes, ahora somos libres, parte de la familia de Dios y su morada.
La salvación es un regalo de gracia, no el resultado de nuestras obras. Eso significa que no hay lugar para el orgullo espiritual en la iglesia: todos venimos de lo mismo, de estar perdidos y sin esperanza.
Jesús es nuestra paz. En la cruz nos reconcilió con Dios y también entre nosotros, derribando los muros que nos separaban.
👉 Pregunta para reflexionar: ¿Qué paredes sigues levantando que Cristo ya derribó?
Vive cada día recordando que en Jesús ya tenemos toda bendición espiritual.
En pocas palabras:
Somos salvos por gracia. En Cristo tenemos una nueva identidad, paz con Dios y una familia a la cual pertenecer.