Introducción a Filipenses
Filipenses es una carta escrita por Pablo desde la cárcel, junto con su discípulo Timoteo. A pesar de estar preso, es una carta llena de gozo, amor y firmeza en Jesús.
Pablo y Timoteo se presentan como siervos de Jesús, recordándonos que hemos sido apartados (santos) para vivir para Dios y servir a los demás.
En Hechos vemos cómo llega el evangelio a Filipos: no fue como Pablo lo había planeado, pero el Espíritu Santo lo guió. Así es en nuestra vida también—hacemos planes, pero debemos aprender a confiar en el tiempo y dirección de Dios.
La iglesia en Filipos comenzó con mujeres como Lidia, que escucharon atentamente la voz de Dios. Solo Él puede abrir nuestro corazón para entender su Palabra. Más adelante, Pablo y Silas son encarcelados injustamente, pero en vez de quejarse, oran y alaban a Dios. Su fe en medio del sufrimiento impacta a todos, incluso al carcelero, quien pregunta: ¿Qué debo hacer para ser salvo? La respuesta es clara: Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo.
Esta predicación nos recuerda que no importa de dónde venimos, nuestra verdadera identidad está en Jesús. Que la iglesia no existe para recibir, sino para servir y anunciar el evangelio. Y que la salvación es un regalo, no por obras, sino por fe en Cristo.
Versículos claves
• Filipenses 1:2 (NVI)
“Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”
→ Solo en Jesús encontramos verdadera gracia y paz.
• Hechos 16:30-31 (NVI)
“—Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
—Cree en el Señor Jesucristo —le contestaron—, y serás salvo, tú y tu familia.”
→ La salvación es por fe, no por obras. Es personal, pero debe compartirse con la familia.